Trazo en tu cuerpo símbolos del insomnio
esas mil y una estrellas que nadie mira
estas mil y una letras que nadie escrutará
Tiento en mano danzo en la penumbra
de tu cuerpo ensombrecido en los bordes
donde ecuatoriales lluvias de prejuicio
se consumirán en tabúes rencorosos
En éste contorno de turbios cabellos
pinceladas acuosas que la noche brinda
en el albo valle la mirada torva
en el final del ritual halla el inicio
He deslizado mi mano por tu rostro
he dibujado tu cuello sin sentirlo
con estas lenguas de letras que en tus hombros
rodean la cuesta nívea de tus pechos
Lamo en tu pezón el enigma inmundo
ávido de ti, hambriento, agobiado
ciego olvidado en el valle de tu cuerpo
arropado de blancas vestiduras
Desde éste tu pezón que así se erecta
tejido de los signos que balbucen
en dactilológico juego soledades
la mirada recorre el blanco océano
que al pie de tus colinas se ensancha
hasta la isla de Venus seductora
Sucumbo al vértigo abismal de tu
océano
repto en tu piel como una
salamandra
dejando en el océano de tu cuerpo
mil y una larvas jugando en tu
epidermis
mientras hambriento busco al fin
la costa
nocturno litoral de escuálidas
palmeras
donde un río de sueños se desborda
Ya en éste cause de quiméricas
visiones
náyade mi alma canta en la
penumbra
de estos finos y
oscuros filamentos
las obsesiones mismas de la carne
He descifrado el misterio de tus
aguas
con las estelas oscuras que mis
dedos
en demencial arrebato escribieran
en la exaltada superficie de tu
vientre
Crepita mi alma reman mis pulgares
desde la suave ingle hasta tus
nalgas
donde desmayan libidos enanos
en el almíbar final que tu
organismo
en esta simbiosis me ha devuelto
Tritón de tu abismo en ti me hundo
unísono al gemido de tu canto
y en larga exhalación mi mano
escribe
al pie de este tu cuerpo ya mi
nombre
El alba ha despertado en éste
grito
y en éste amanecer a ti me vuelvo
a entregar en este juego
interminable
No me importa que el mundo se confunda
y surjan en la acera traicionados
precedidos por el rezo balbuceante
de este gemir de cantos en la aurora
el autómata ser de la costumbre
con sus sueños remándole en la frente
Antonio Ruiz Ruiz