He quitado
tu ropa en el camino
que da a las
cosas cotidianas de tu vida,
pero tu
cuerpo, en realidad,
lo sé ya de memoria,
lo sé ya de memoria,
lo Puedo bosquejar a ojos cerrados,
moldearlo, esculpirlo,
Iluminarlo de
sol,
pero... mi verdadero deseo es desollarte,
romper las
cortinas que teje el pensamiento,
tu pensamiento, el del mundo,
Para mirar... tu alma desnuda y palpitante,
en el Edén,
donde te vi
desnuda sin saberlo,
donde te
supe de mí y me supe tuyo,
Donde, seguramente,
como el árbol
de la vida, palpitaba
tu alma
desnuda en el jardín,
Más no probé
de ti,
la sierpe de
la ciencia ya había dado
su álgido pezón
a nuestras bocas,
y, sin
remedio, sin pensar bebimos
del calostro
estelar que había en su pecho
Antonio
Ruiz Ruiz
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