jueves, 27 de noviembre de 2014

Al alba


Al alba

 

Se han caído las hojas

y la noche

se despide llevándose en sus sueños

el despertar de un hombre;

ojo, pie, mano,

cabello de luna entretejido,

barro que entre el barro se confunde

lapidado silencio de las horas.

Embarcación de aurora anegada,

de pájaros, de gritos que anuncian

silentes despedidas

entre el débil oscilar de algunas manos

y el temblor necesario de una lagrima.

¡Qué soledad que dejan los adioses!

Les preceden miradas de agua tibia

cantos de un mar remoto abismo

donde el alma apenas se adivina

en el débil vapor que del emana.

¡Qué soledad que dejan los adioses!

Les sucede un silencio de flores

amarillas,

de pétalos en vuelo, mariposas

hacedoras de nostalgia que recorren

 

desde la medula del hueso hasta la carne.

En este despertar en que se va

nos deja consignas a lo lejos,

un sol que apenas se levanta

un raro azul, un canto de cigarra

desvelada, como la embarcación

en que se aleja.

 

Antonio Ruiz Ruiz


 

martes, 18 de noviembre de 2014

En la penumbra de esta noche en calma.


 
En la penumbra de esta noche en calma,

en el  débil aleteo de las horas

pasadas voces mi presente llaman,

Pero mi presente es mi pasado

llamarada de un sol que se extingue

con esta lentitud que dan los siglos,

con este cúmulo de imágenes

revestidas de sueño, siempre el mismo:

L a espiral, la misma curva,

La misma cueva ahora edificio,

El mismo dios desvanecido

en el fondo de un óleo,

base en que se sienta el arcoíris.

Cansa la noche con sus sueños todos,

la avenida del diario, la mano diaria

cansa, el amor, la efímera caricia.

El pan que diario se lleva a la boca.

¿Cómo entonces del tedio de los siglos

la esperanza

 se renueva de pronto amanecida?

Qué destino del hombre

se habrá quedado a medias,

qué ojo, qué pie nos hace falta

qué cima nos espera en el centro

de este círculo inútil, ojo fijo,

dormido, siempre abierto

que anhela por una eternidad

mirar en la niña de su ojo

la lágrima  que anega su silencio.

 

Antonio Ruiz Ruiz

sábado, 1 de noviembre de 2014

Esperemos el tiempo


 

  Esperemos el tiempo,

esperemos que llegue con sus frutos

madurados, de luz.

A través de la ventana

miraremos llegar las estaciones,

florecer la bugambilia,

llover estío en las aceras

donde yacen las huellas de tus pasos

Y los míos,

beber de la fuente del sol las mariposas

y lo niños lavarse sus caritas

en las primeras lloviznas del verano.

Miraremos las hojas dorar las banquetas

y advertiremos el frio con abrigo y bufanda

y un trago de ron y una mirada

cómplice que nos descubra,

Desnude,

desde cálido resplandecer del alma

hasta la misma osamenta simulada

en el apéndice que yazga en nuestras tumbas.

Esperemos el tiempo,

siempre llega,

siempre nace una estrella

por una que se paga.

 

      Antonio Ruiz Ruiz