Al alba
Se han caído las hojas
y la noche
se despide llevándose en sus sueños
el despertar de un hombre;
ojo, pie, mano,
cabello de luna entretejido,
barro que entre el barro se confunde
lapidado silencio de las horas.
Embarcación de aurora anegada,
de pájaros, de gritos que anuncian
silentes despedidas
entre el débil oscilar de algunas manos
y el temblor necesario de una lagrima.
¡Qué soledad que dejan los adioses!
Les preceden miradas de agua tibia
cantos de un mar remoto abismo
donde el alma apenas se adivina
en el débil vapor que del emana.
¡Qué soledad que dejan los adioses!
Les sucede un silencio de flores
amarillas,
de pétalos en vuelo, mariposas
hacedoras de nostalgia que recorren
desde la medula del hueso hasta la carne.
En este despertar en que se va
nos deja consignas a lo lejos,
un sol que apenas se levanta
un raro azul, un canto de cigarra
desvelada, como la embarcación
en que se aleja.
Antonio Ruiz Ruiz