en el débil aleteo de
las horas
pasadas voces mi presente llaman,
Pero mi presente es mi pasado
llamarada de un sol que se extingue
con esta lentitud que dan los siglos,
con este cúmulo de imágenes
revestidas de sueño, siempre el mismo:
L a espiral, la misma curva,
La misma cueva ahora edificio,
El mismo dios desvanecido
en el fondo de un óleo,
base en que se sienta el arcoíris.
Cansa la noche con sus sueños todos,
la avenida del diario, la mano diaria
cansa, el amor, la efímera caricia.
El pan que diario se lleva a la boca.
¿Cómo entonces del tedio de los siglos
la esperanza
se renueva de pronto amanecida?
Qué destino del hombre
se habrá quedado a medias,
qué ojo, qué pie nos hace falta
qué cima nos espera en el centro
de este círculo inútil, ojo fijo,
dormido, siempre abierto
que anhela por una eternidad
mirar en la niña de su ojo
la lágrima que anega
su silencio.
Antonio Ruiz Ruiz
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