Quita de mis ojos, cuervo, la
pupila,
con tus alas de ígnea transparencia
abate mi alma de sueños
confundida,
y de este cuerpo arranca
los tatuajes
¡Bórrame de la piel estas
caricias!
alada forma de la noche
misma
que el pico del silencio
en la memoria clavas,
¡Remueve la ceniza, apaga esta brasa!
que es el ojo que expía
mi andar desde la infancia
Incéndiame de olvido, grazna
embajador de la muerte,
¡Mata estas palabras!
Este eco que se extiende
eslabón de imágenes gastadas
por los dédalos de un
tiempo
que me alcanza, en este
espejo
donde desnudo el alma,
Como a la vid extirpas la
uva codiciada
¡Arráncame de mí la piel
con la escafandra!
Que solo la osamenta como luna opaca
yazga frente al sol
cuando amanezca
y si ese hueso
si ese esqueleto en el tuétano aún guarda
tantito de memoria, tantito
de sus besos
con el último aleteo de la
noche en la alborada
¡Calcina hasta el aliento
que su nombre exige!
¡Calcíname hasta el polvo
óseo de la nada!
Y después
si existe acaso el salmón
de los regresos
haz que me expulse en un
puerto
donde el recuerdo sea
nada
aunque tenga que andar
por esas tierras
aprendiendo apenas
la forma abstracta de un
nuevo lenguaje
Antonio Ruiz Ruiz
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