domingo, 11 de mayo de 2014

Escritura



                 

Trazo en tu cuerpo símbolos del insomnio

esas mil y una estrellas que nadie mira

estas mil y una letras que nadie escrutará


Tiento en mano danzo en la penumbra

de tu cuerpo ensombrecido en los bordes

donde ecuatoriales lluvias de prejuicio

se consumirán en tabúes rencorosos


En éste contorno de turbios cabellos

pinceladas acuosas que la noche brinda

en el albo valle la mirada torva

en el final del ritual halla el inicio


He deslizado mi mano por tu rostro

he dibujado tu cuello sin sentirlo

con estas lenguas de letras que en tus hombros

rodean la cuesta nívea de tus pechos


Lamo en tu pezón el enigma inmundo

ávido de ti, hambriento, agobiado

ciego olvidado en el valle de tu cuerpo

arropado de blancas vestiduras


Desde éste tu pezón que así se erecta

tejido de los signos que balbucen

en dactilológico juego soledades

la mirada recorre el blanco océano

que al pie de tus colinas se ensancha

hasta la isla de Venus seductora


Sucumbo al vértigo abismal de tu océano

repto en tu piel como una salamandra

dejando en el océano de tu cuerpo

mil y una larvas jugando en tu epidermis

mientras hambriento busco al fin la costa

nocturno litoral de escuálidas palmeras

donde un río de sueños se desborda


Ya en éste cause de quiméricas visiones

náyade mi alma canta en la penumbra

de estos finos y oscuros filamentos                          

las obsesiones mismas de la carne


He descifrado el misterio de tus aguas

con las estelas oscuras que mis dedos

en demencial arrebato escribieran

en la exaltada superficie de tu vientre


Crepita mi alma reman mis pulgares

desde la suave ingle hasta tus nalgas

donde desmayan libidos enanos

en el almíbar final que tu organismo

en esta simbiosis me ha devuelto


Tritón de tu abismo en ti me hundo

unísono al gemido de tu canto

y en larga exhalación mi mano escribe

al pie de este tu cuerpo ya mi nombre


El alba ha despertado en éste grito

y en éste amanecer a ti me vuelvo

a entregar en este juego interminable


No me importa que el mundo se confunda

y surjan en la acera traicionados

precedidos por el rezo balbuceante

de este gemir de cantos en la aurora

el autómata ser de la costumbre

con sus sueños remándole en la frente

     Antonio Ruiz Ruiz

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