jueves, 10 de octubre de 2013

viento

Mar de oleajes fantasmas y astutos
Eco de voces lleva tus entrañas
Submarinas palabras que en caracolas balbucen
Secretos que a nadie devela ni  esconde

Piélago travieso que destejes artes
De  estilistas peinados que iracundas manos
En vano buscan pasadores

 Niño de osada carrera en que levantas,
para rubor de unos risa de otros,
apremiados vestidos que no logran
conservar furtivas  lencerías,

dime qué hay del dolor que  causas
cuando pasas de inocentes travesuras
al bélico ejercicio del soldado,

¡Qué gigante te tornas ser inmenso!
Que acobardas valientes corazones
y a colosos arboles derrumbas
y a casas arrastras  en escombros,

¿Es que  quieres recordarnos con tus actos
la efímera presencia de los hombres,

esa soberbia criatura que destruye
como un lobo inconsciente por el hambre
la oveja supuesta de la natura?

Arremete contra ellos un instante,
solo eso basta para saberse nimio,
tú que siempre estarás aun más alto
que esas grises y pétreas estructuras,

aunque después del llanto los consueles
con tenues lengüetadas en su rostro
y tiernas sacudidas de cabello,
aunque después reposes y la mires
sin memoria seguir por el camino
y te retraigas sarcástico de nuevo
a tu nómada casa intangible
                            
                               Antonio Ruiz Ruiz

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