Mar de oleajes fantasmas y astutos
Eco de voces lleva tus entrañas
Submarinas palabras que en caracolas balbucen
Secretos que a nadie devela ni esconde
Piélago travieso que destejes artes
De estilistas
peinados que iracundas manos
En vano buscan pasadores
Niño de osada carrera en que levantas,
para rubor de unos risa de
otros,
apremiados vestidos que no
logran
conservar furtivas lencerías,
dime qué hay del dolor que
causas
cuando pasas de inocentes
travesuras
al bélico ejercicio del
soldado,
¡Qué gigante te tornas ser
inmenso!
Que acobardas valientes
corazones
y a colosos arboles
derrumbas
y a casas arrastras en escombros,
¿Es que quieres recordarnos con tus actos
la efímera presencia de los
hombres,
esa soberbia criatura que
destruye
como un lobo inconsciente
por el hambre
la oveja supuesta de la
natura?
Arremete contra ellos un
instante,
solo eso basta para
saberse nimio,
tú que siempre estarás aun
más alto
que esas grises y pétreas estructuras,
aunque después del llanto
los consueles
con tenues lengüetadas en
su rostro
y tiernas sacudidas de
cabello,
aunque después reposes y
la mires
sin memoria seguir por el camino
y te retraigas sarcástico
de nuevo
a tu nómada casa
intangible
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