viernes, 27 de marzo de 2015

El legado.





He intentado dejarte
y no podido,
extraviarte en estos giros
del camión en la ensenada,
en estas horas de insomnio,
en este amanecer en que persigo
las luces de algún puerto,
la costa de otra región.
He practicado el olvido;
todas las tardes juego a no recordar,
niego la cueva y la casa,
el edificio,
niego el progreso.
Cuando cierro los ojos
me miro amanecido,
incorpóreo,
como una onda de viento,
y pienso
que te dejado,
pero de pronto me canso
de girar sobre la tierra,
te siento entonces en mi espalda, recostada,
y pierdo levedad,
y el peso mismo, tu peso,
me hace caminar a tropezones.
Nuevamente
me resigno a la vida,
extraigo un testamento
y me dispongo a heredarte,
entre sabores rancios de café,
a esos niños que aburriré rotundamente.

                                   Antonio Ruiz Ruiz

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