Voy por la luz de un día que perece,
urgido de colmar el alma,
de edificar , de andar, de mirar todo
lo que esta luz fugaz a alumbrado;
voy con la herida del
costado toda,
por estas calles de la orbe que entretejen
redes que aprisionan que atan que consumen,
limpiando pasos
con estas huellas bisoñas que murmuran
su cándido cantar de misma historia.
En esta agua de tiempo contra el tiempo mismo
voy, ay, paradoja hostil
del enunciado
viviéndome y muriendo en cada instante,
en la larga exhalación de los suspiros,
en la ruta que marca la pauta del trabajo,
en la banca en el parque en el asiento
de un cine donde miro el desenlace
de una historia cualquiera;
voy entre los pasos de la gente
contando de sus vidas en silencio,
en el niño el hombre el anciano,
voy en el hambre en el pan en el saciado
apetito que reposa a la sombra de un sorbo
su apetito.
En la risa que expira, en el llanto que muere
en lejana estrofa de un canto que se acaba,
asombrado, hastiado , a ciegas si se quiere
a ojos abiertos
voy buscando colmarme llenarme
saberme a ciencia
cierta
antes que la noche me
sumerja en el sueño,
y esta luz del día que ha alumbrado
desde la insólita acción de abrir los ojos
hasta tocar hablar
oír mirarme
se desvanezca abrupta entre las sombras.
Voy contra el tiempo
por el tiempo mismo
Y no hay por ningún lado
Un barco alado que me saque
De esta ruta sino de todo hombre.
Antonio Ruiz Ruiz
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